miércoles, 25 de junio de 2008

De sueños





La semana pasada Dina escribió un post sobre lo sueños, si significan algo, si son o no reveladores, si presagian acontecimientos...Yo soy de las que piensan, como bien dijo ella, que los sueños sueños son, sin más, pero eso no significa que a veces, resulten inquietantes. Tengo la suerte, o la desgracia, según se mire, de acordarme siempre de lo que he soñado. Dicen los que saben que te acuerdas de lo que sueñas cuando te despiertas en mitad del sueño, y debe ser cierto, pues no recuerdo la última noche que dormí del tirón.
Llevo una temporada soñando con mi jefe, casi todos los días sueño algo con él, relacionado con el plano sentimental, que no sexual, pero nunca pasa nada, siempre se queda ahí. Lo más gracioso es que mi jefe no me gusta en absoluto, ni me atrae lo más mínimo, pero no dejo de soñar con él. No le doy más vueltas, como ya he dicho no creo en lo premonitorio de los sueños.
Pero, contradiciéndome a mí misma, os contaré algo que me pasó cuando estuve interna. Estábamos en 3º de B.U.P, y yo soñé que echaban a mi amigo Pablo del internado por algo que había liado. Me levanté y se lo conté a mis compis de habitación; después de desayunar, cuando íbamos a clase, me encontré con Pablo y se lo conté. Su cara se quedó como un cuadro, y flipando me dijo que le habían echado, que la noche anterior la había liado en la residencia de los chicos, le habían pillado y le habian echado. No me lo podía creer, ni yo ni él claro; después la cosa no llegó a tanto, sólo le expulsaron una semana. Pero ya veis, ironías de la vida, no?
Luego hay sueños recurrentes, que vuelven una y otra vez. En el pasado tuve uno muy angustioso que se repitía con mucha frecuencia; mi madre se iba a casar, y estábamos todos en casa a punto de salir para la Iglesia, salían todos y yo volvía un momento a recoger algo de última hora. En ese momento, la casa explotaba y yo estaba dentro. Sí, lo sé, suena macabro que te cagas, pero durante una temporada estuvo atormentándome la idea de que mi madre conociera a alguien y la diera por casarse.


En la actualidad, tengo dos sueños recurrentes. Uno, súper angustioso para mí, me sitúa de nuevo en el internado, pero no estudiando el bachillerato, sino la carrera. El sueño consiste en que estamos de exámenes, y yo voy muy agobiada porque no he dado ni palo y no me sé nada de la materia. Entonces, en el propio sueño, me doy cuenta de que yo ya he terminado de esudiar, y empiezo a gritar que ya no estudio más, que todo lo que tenía que sacar ya lo saqué. Odio soñar eso, me levanto con una angustia enorme, como con cargo de conciencia, no sé. A veces, muy sugestionada por el propio sueño, pienso que es porque no me he colegiado y no ejerzo, porque después de la carrera jamás me he planteado la abogacía como modo de vida. No sé, una rallada como tra cualquiera, supongo, pero en serio que me levanto fatal.
El otro no lo llamaría sueño recurrente, porque tampoco es que sea siempre lo mismo, pero siempre es con la misma persona, con mi abuelo Samuel, que falleció hace cinco años. Unas veces sueño que le veo por la calle, o conduciendo su Mercedes, el orgullo de su día a día decía él; otras veces sueño con situaciones que se dieron en el pasado entre los dos. Esta noche,por ejemplo, yo volvía a ser una niña pequeña de la mano de su abuelo que salían a tomar el aperitivo. Mi abuelo siempre me llevaba, él se pedía un vino blanco y a mí me pedía un mosto con aceintuna y guinda. Después, antes de subir a comer, me llevaba a la tienda de golosinas y me compraba un Huesito.
Sueño con él muy a menudo, será porque le echo de menos, supongo.



martes, 17 de junio de 2008

De cómo nos reencontramos...en Gijón

Depués de pasar unas semanas siendo, más que pareja, compañeros de casa, llegó el fin de semana en el que nos teníamos que sentar a hablar de nosotros, de cómo nos van las cosas y de qué queremos hacer en el futuro. O eso es lo que yo pensaba.
Marcos me sorprendió el viernes con una reserva para pasar el fin de semana en Gijón. No lo podía haber hecho mejor, puesto que nuestra casa, nuestra urba y todo lo que conlleva el día a día nos estaba tragando poco a poco. Necesitábamos unos días sólo para nosotros, para volver a ser nosotros, y eso es lo que siempre nos ofrece Gijón. Allí dejamos de ser los que ahora somos para volver siete años atrás, cuando nos reencontramos por primera vez después de nuestro idilio juvenil. En la ciudad asturiana podemos quitarnos el traje y dejar el maletín, podemos volver a ser esa pareja festivalera que se fuma un porrillo en cualquier esquina, que se bebe las botellas de sidra por pares, que se mete en los garitos más extraños que encuentra...volvemos a ser nosotros.
El fin de semana ha sido espectacular.Llegamos el viernes sobre las diez de la noche, una ducha rápida y a echarnos a la calle como los perros, ansiosos por vivir la ciudad, la noche...todo. Visitamos los garitos donde solemos ir a tomar la sidra, y cuando llegamos a cenar a La Galana (lugar altamente recomendable) ya estábamos un poco pedo. Pero nos daba igual, porque en Gijón las cosas adquiren otra dimensión, porque pocos nos conocen, porque la ciudad está llena de gente joven que va a divertirse, sin fijarse en lo demás.
Cenamos de lujo, unas alcachofas con almejas para compartir y un pitxín al estilo de la casa para cada uno. Qué pitxín madre mía, sólo en Asturias saben cocinarlo mejor que nadie. Todo ello con un par de botellas de sidra.
Después de cenar, un porrillo en la plaza de arriba y a tomar unas copas. Nos metimos en unos garitos que ni de palo; uno de ellos parecía un puti, jamás había estado en un local así. La música de lo peor, regetón asqueroso y canciones de cuando nos moceábamos, pero fue muy divertido, porque con el pedillo que llevábamos nos reíamos de calquier cosa. De ahí a otro del estilo,otra copa y unos bailes.Y de ahí al hotel, menos mal que no encontramos más bares porque esa noche estábamos desatados.
El sábado, de paseo tranquilo por la playa de San Lorenzo al solete, sin prisas y con remordimientos de no habernos llevado el bañador. Una cervecita para el aperitivo, y a comer. Comida ligerita, con un poco de marisco y una botella de sidra y a descansar al hotel, que a las seis jugaba España y había que ver el partido.
Por la noche, lo mismo que el viernes pero multiplicado por dos.
El domingo nos levantamos tarde, los del hotel eran muy majos y no nos echaron a las doce, menos mal, y tranquilitos camino de vuelta porque Macos tenía que trabajar un rato en el estudio por la tarde.
Lo cierto es que este fin de semana nos ha venido genial para reencontrarnos; no tenemos muy claro en qué momento nos perdimos; un poco por el trabajo, un poco por el día a día, un poco por todo...Aunque al final, ha merecido la pena.


*Nota: siento que el post no esté muy bien redactado, quería explicar tantos sentimientos y sensaciones que al final me he liado mil.

martes, 10 de junio de 2008

A veces

A veces creo que no te quiero, que podría dejar lo nuestro y seguir con mi vida sin que ello me afectase en exceso; a veces tengo ganas de pegarte, de abofetear tu cara de "no me entero de nada" y mandarte a casa con tu madre, ésa que parece que me ha cogido manía de repente y sólo quiere reprocharme asuntos que no me competen.
A veces no me explico como has podido salir tú de esa familia. Pero a veces, también, eres tan parecido a ellos que me asusta, y es en ese a veces cuando recogería mis cosas y me largaría para siempre. Y, a veces, me pongo a hacer planes de futuro contigo, soñando qué será de nosotros mañana, y de repente un pensamiento oscuro se cruza por mi cabeza y hace tambalear todo aquello que creía tan seguro.
A veces la rabia me puede, pero no te lo digo; me limito a callar, a entristecer, y quiero que te sientas culpable por ello, porque, también a veces, toda la hostilidad diagnosticada tiene el mismo punto de partida: tú, o algo que ver contigo.
A veces quiero hacerte daño, y a veces lo consigo, y es entonces cuando el mundo cambia de dirección.
A veces creo que ya no me quieres, que te es indiferente tu vida conmigo que sin mí, porque a veces parece que no te importo, que yo no existo, que te importa muy poco olvidarte de cosas que a mí me importan, que todo lo tuyo está por encima de lo nuestro.
A veces te tengo a mi lado y me siento sola, abandonada como cuando era pequeña; estás a mi lado pero no te siento, porque no estás conmigo. Me acompañas, pero no estás.Y tu nosotros en tus labios suena a mi y a ti, pero nunca a nosotros. A veces nosotros no existe.
A veces siento que me odias, y cuando me odias me gritas, y si me gritas me largo, ya sabes que lo aprendí de pequeña, es la única manera que tengo de defenderme, porque yo no te grito, no sé gritar, sólo se dar media vuelta y largarme. Y cuando regreso me sigues mirando con odio. Pero tu odio me enferma, y tú lo sabes; sabes que cada rato que dejas de quererme mi cuerpo reacciona mal, mi cabeza explota y mi estómago se encoje. No lo hago queriendo, pero sabes que es así. Y luego te sientes culpable, y me dices que me quieres y que lo sientes. Pero a veces es tarde, y el mundo ha vuelto a cambiar de dirección.
¿Qué hacemos, amor mío, si no somos capaces de hacer que el mundo gire con nosotros, si no somos capaces de querernos a la vez?

jueves, 5 de junio de 2008

Mi primera historia de amor de verdad

Los primeros días estuvieron llenos de cosas nuevas: conocer a los profesores, hacerte con los horarios, conocer todas las instalaciones...No fue muy duro, la verdad. Noe y yo no nos separábamos más que para ir a clase, estábamos en aulas diferentes, el resto del día lo echábamos juntas.

Los profesores en principio eran majetes; el de ciencias era el típico guay que va de enrrollado, la de lengua, señora de más de 45 años al estilo clásico,la de inglés una chica joven un poco estirada, la de historia decían que era del Opus, pero era muy maja y muy entregada cuando daba las clases...El peor, el de mates, cómo no. El tío estaba muy bueno, tenía un cochazo chulísimo, vestía genial... pero era un borde increíble, y un chungo. Encima yo nunca entendía las mates, me quedé con lo básico y el resto lo borré de mi memoria. En fin, ahí teníamos al hueso.

Allí fue donde conocí a Fa, la que ahora es mi mejor amiga. No sé por qué, nos empezamos a sentar juntas en la clase de lengua, y nos hicimos muy amigas.Pero ella tenía otro grupete,el de las Camarillas, así que estábamos juntas durante las clases, pero poco más. Con el paso de los años fue donde lo nuestro se asentó en realidad.

Poco a poco Noe y yo fuimos ampliando el grupo de amigas; fue un sábado, en las pistas de Voley, donde conocimos a la Rubia, María, la Clemen y Diana. También arrimamos a nuestro grupito a la Guantes, una chica de Burgos que dormía debajo de Noe. Y poco más tarde llegó Cris, que vino como con 15 días de retraso al internado. Ya estábamos todas.
Entre clase y clase quedábamos fuera para fumar un piti a pachas, en cinco minutos no daba el tiempo para más, y era en esos ratillos donde veía a Ricardo, que también bajaba de su clase.Él estaba en COU, con su pandi de veteranos. Poco a poco, y gracias a Noe y a la gente que ella conocía, me fui enterando de más cosas sobre él.
El año anterior había sido elegido el rey (todos los años se elegía un rey y una reina, por votación de los alumnos), y la reina había sido su novia del año anterior, una tía flaca y muy alta. Cuando yo llegué ya no salían jntos, ella le había puesto los cuernos, creo. Yo cada día estaba más colgada de él, pero él no sabía ni que existía, así que tuve que arreglármelas como pude para que alguien nos presentara.
Fue Maribel, una chica de tercero, quien me echó una mano. Ella salía con el mejor amigo de Ricardo, así que en plan"ay mira te voy a presentar a una chica muy maja que ha llegado nueva" fue como lo conocí. Pero él no mostró mucho interés. Lo cierto es que el tema estaba complicado, ¿cómo iba a fijarse un veterano de COU en una "niña" de primero?. Pues no lo recuerdo muy bien, pero poco a poco empezamos a hablar un poco más, sobre todo entre clase y clase, hasta que un día me pidió paseo.
El paseo, esa extraña costumbre de andar calle arriba calle abajo durante media hora, era el momento perfecto para que los chicos que se gustaban pudieran pasar un rato hablando a solas sin que los educadores sospecharan. No sé de qué hablamos aquella noche, pero desde ese día volvimos a pasear muchas veces más.
Un día Maribel me dijo que yo le gustaba a Ricardo, que se había enterado por Hinchu, su novio. Yo no cabía en mí de alegría, no me lo podía creer, recuerdo que esa noche hubo un revulo enorme en la común con el tema; todas sabían que a mí me gustaba ese chico, así que cuando Maribel vino a decírmelo, se armó la de dios.
A los pocos días, Ricardo me dijo que por qué no íbamos juntos a tercera hora de estudio al cine. Me explico: después de las clases había tres horas de estudio; las dos primeras eran obligatorias, y la tercera podías quedarte estudiando, ir al chiringuito ,que era como una especie de sala de juegos con tele, o ir al cine, que era la sala de actos del interado, donde proyectaban pelis.

Así que allá me fui a tercera hora, más nerviosa que un flan entré al cine buscando a Ricardo, que ya había cogido sitio por las butacas de atrás. Recuerdo que ese día no pusieron peli, sino un documental de lobos que era muy aburrido. Y fue allí donde me dijo que quería salir conmigo. Menos mal que estaba todo oscuro, porque según me lo preguntó me debí poner más roja que la camiseta de la Selección.Desde luego yo le dije que sí, y ahí fue cuando me dio nuestro primer beso. Sabía a coco, nunca se me olvidará. Un beso lento, suave y con sabor a coco.

Y empezamos a salir; lo de estar juntos estaba complicado, ya que si algún educador o alguien del internado se enteraba, te caía una buena; si te pillaban besándote o algo parecido, te expulsaban directamente. Durante la media hora que duraba el recreo, nos dejaban bajar al pueblo. Nosotras íbamos al bar de Dioni, a tomar un café o comer un pincho de patata. El bar de Dioni tenía dos plantas, y la planta de arriba se llenaba todos los días de parejas para darse el lote. Durante los fines de semana nos apañábamos buscando alguna clase vacía, y algún amig@ cómplice que se quedara en el pasillo vigilando por si venía alguien. Los más atrevidos se metían en el baño, para meterse mano o lo que surgiera.
Yo aún era muy joven, tenía 15 años, así que no pasamos de besos y algún magreo los días de más calentón: comernos la boca y sobarnos como perros. No daba para más.
Pero el curso pasaba muy rápido, y en nada llegó mayo y los exámenes de Cou pre-Selectividad. Ricardo no superó esos exámenes, así que se marchó a finales de mayo del internado. Tendría que volver en septiembre. Yo aprobé todo en junio, ni siquiera tuve que quedarme a repesca, bueno, el de mates casi me deja a la repesca, pero estuvimos hablando y él entendió que sería una marranada tenerme allí dos semanas más por un 4,75 en mates; él sabía que yo era de letras puras, y que nunca más esudiaría mates, y me dejó ir; Ricardo y yo tampoco nos veríamo en septiembre.
Seguimos saliendo juntos, incluso en julio nos vimos porque mi amiga Noe me invitó a las fiestas de su pueblo, y allí estaba Ricardo. Recuerdo que esa semana me la pasé en una nube, buscando sitios oscuros para estar juntos, aunque la cosa no llegó más allá, yo me consideraba muy joven todavía, y él tampoco me pidió nada.
La noche antes de irme nos la pasamos llorando los dos como bobos; no sabíamos que pasaría a partir de ese momento porque yo volvía el siguiente curso, pero él,si aprobaba, se iría a Salamanca a la Universidad. Y aprobó.
A finales de verano, pocos días antes de que yo volviera al internado, hablamos por teléfono y lo dejamos. Nos teníamos un amor enorme, pero las cosas no irían bien estando cada uno en un lado. Además, él estudiaría en Salamanca, con miles de chicas alrededor, y yo no estaba dispuesta estar todo el día comiéndome la cabeza por si me habría puesto los cuernos. Así que nos dijimos adiós, nos seguimos escribiendo durante mucho tiempo, hablábamos por teléfono, pero nada más.
Pasaron 5 años hasta que volvimos a vernos: yo ya estaba en Salamanca y él también, terminando económicas. Nos encontramos un día en el campus. Yo me quedé muerta, y él flipando. No sé cómo nos salió, pero nos dimos un enorme abrazo, de esos súper largos, sin decirnos nada. Luego tomamos un café juntos, nos preguntamos qué tal todo y nos volvimos a despedir.

martes, 3 de junio de 2008

Historia de un comienzo

La primera vez que lo mencionó sonó raro; resultaba algo extraño que de su boca, y en aquel momento, saliera una proposición así. Pero lo tenía claro, las cosas estaban muy descontroladas en ese momento; había aprobado de misericordia, estaba cambiando por momentos, sitiendo cada vez más caótica la vida que la rodeaba. Además, la situación en su familia la descolocaba mucho. Tenía claro que si quería hacer algo con su vida tenía que tomar una decisión así. Sabía lo que la esperaba si se quedaba: no estudiaría, perdería el tiempo de las clases comiéndose la boca con cualquiera en el parque, tendría broncas continuas en casa y la cosa no acabaría bien.
Así que lo dijo, delante de todos para que no hubiera dudas: "Me voy a ir interna".
Lo dijo y lo hizo; uno de los curas del barrio tenía referencias de un internado que estaba dando muy buenos resultados académicos y con un precio bastante razonable. Él mismo se encargó de llamarles para que les enviaran la documentación y la inscripción.
Cuando llegó el sobre ella estaba en el bar, preparando la terraza, fue la abuela quien se lo bajó, impaciente también para que lo abriera. Se pusieron un café, se sentaron un rato a la sombra y abrieron el enorme sobre. Contenía un tríptico con fotos del sitio, un plan de estudio y actividades, los horarios y las normas de obligado cumplimiento. He de decir que cuando leyó ese listado pensó que no sería capaz, pero sólo lo pensó, no lo dijo en voz alta. No se podía beber alcohol (ja,ja), no se podía fumar dentro de los edificos (ja,ja), no se podía ser indecorosa en el vestir (ja,ja), no se podía salir del recinto del internado en horas que no estuviera permitido (ja,ja,ja) y lo más impotante: entre chicos y chicas no podrían existir relaciones sentimentales de ninguna índole (ja, ja, ja, ja). Esta norma carecía de sentido común: ¿cómo en un lugar donde hay quinientas personas entre chicos y chicas, de edades comprendidas desde los doce hasta los dieciocho años se evitarían las relaciones sentimentales?Lo comprendería meses más tarde. La lista tenía más prohibiciones, aunque me es imposible recordarlas todas.
Llamó para preguntar cuándo podría visitarlo y aprovechó para reservar plaza, ya que la secretaria que la atendió la dijo que para su curso estaban casi todas las plazas cubiertas. Cuatro días más tarde se presentó allí; el lugar tenía buena pinta, estaba lleno de adolescentes que estaban pasando allí unos días haciendo cursos piragüismo en el pantano.
Las instalaciones no eran nada del otro mundo; en realidad el sitio era un poco penoso, su madre no pensaba ni de coña dejarla allí. Pero el tema estaba muy claro: éso era lo que necesitaba.
LLegando septiembre todo eran maletas en su casa; marcar todas las ropas con su nombre, sábanas, mantas, toallas...Resultó triste ver como todo lo que era cabía en tres maletas.
Durante el camino apenas hablaron; las dos, madre e hija, estaban nerviosas sin saber qué encontrarían en esta visita, una convencida del paso que iba a dar, la otra pensando que se la traería de vuelta esa misma tarde.
Cuando llegaron el lugar no tenía nada que ver con la imagen de dos meses atrás: absolutamente todo estaba lleno de coches, padres, hijos, maletas...En secretaría la asignaron una educadora que la indicó cuál sería su aula, su lugar para vivir y cómo se establecían los turnos. Como era novata de primer año la tocó la común,que era una enorme habitación en la que dormían unas cincuenta chicas en literas de dos pisos. Todas la que estaban allí tenían la misma expresión, mezcla de nervios, un poco de miedo y, sobre todo, expectación.
Busqué mi taquilla para dejar mis maletas, mientras mi madre me ayudaba a hacer la cama, me había tocado la litera de arriba.
Enseguida se presentó la chica que dormía a mi izquierda.
-Hola, me llamo Noemí y soy de Moraleja; es mi primer año aquí, vengo a 1º_me dijo muy risueña.
-Hola, yo me llamo Nur, y soy de Palencia, también es mi primer año.
Ésa fue la primera amiga que hice; tuve suerte porque ella conocía a mucha gente allí, gente que era de su mismo pueblo y llevaba más años, así que nos enseñaron un poco cómo funcionaba todo.
Mi madre se marchó, tranquila en cierto modo porque no me había dejado sola, estaba ya con Noemí; yo miraba cómo se alejaba con su coche mientras me fumaba un piti sentada en las piedras. Me dio pena, mucha, pero era mi decisión y debía llevarla hasta el final.
A las nueve de la noche se cenaba, y después de la cena, y antes de la hora de ir a las habitaciones, había media hora de paseo. La primera vez que vi lo que era "el paseo" no supe bien si ponerme a llorar, descojonarme de la risa o qué hacer: la gente andaba calle arriba, calle abajo en una distancia de veinte metros, unos paseaban en grupos, otros de dos en dos, algunos avispaos aprovechaban para estar con la persona que les gustaba...También meses más tarde aprendería la importancia del paseo.
Y allí estábamos Noe y yo, fumando un piti, sentadas en unas piedras viendo a la gente pasar, cuando vi, en un grupo de cinco, al chico más guapo que había visto nunca. Me quedé muy pillada, sin hablar y sin poder pestañear siquiera. Sólo podía mirar aquel Adonis. Cual fue mi sorpresa cuando mi amiga Noe me dijo que era Ricardo, que era de su pueblo pero vivía en Madrid. Bueno, pensé, ya sé algo.