martes, 27 de enero de 2009

Complejo de Peter

Resulta asombroso echar la vista diez años atrás y ver cómo éramos; en esencia no hemos cambiado tanto:seguimos teniendo los mismos amigos, con diferentes novios y novias, pero ellos siguen siendo los mismos.
Nos sigue gustando salir de fiesta, sólo que ahora cambia la forma, pero no el fondo. Si bien antes quedábamos directamente a las once de la noche ( abro un inciso para preguntar ¿por qué siempre ha sido tan guay quedar cuanto más tarde mejor? Si quedabas a las nueve de la noche eras un moñas, lo que estaba de moda era quedar sobre las doce de la noche, para dejarse ver a partir de la una... Supongo que no hay respuestas para todo), ahora la cosa consiste en quedar a tomar las cañas. Es la excusa perfecta para empezar a las ocho de la tarde y dejarse llevar...
Así empezamos el viernes pasado Willy y Pilar, Iosu y Laura, y Marcos y yo. Nos llevaron a un bar en el que no había estado nunca, y allí me encontré con Alberto, un viejo amigo. Lo conocí con mi amiga San, cuando ambas teníamos unos diecisiete años, más o menos. Él era el camarero del Pata, un bar que frecuentábamos mucho; el típico chico mono, camarero de bar, bacilón con las chicas...Creo que se me entiende. Por aquellos días Alberto tendría unos veinticuatro años, más o menos. Le molaba mucho la fiesta, salir a tomar copas y meterse unos tirillos de cocaína.
Que nadie se me alarme, hace diez años la mayor parte de la gente joven esnifaba cocaína cuando salía los fines de semana. No quiero decir con esto que todo el mundo lo hiciera,pero quien diga que jamás lo ha visto y/o notado miente como un vellaco.
En aquella época era normal encontrarte con él por los bares, un poco sobrado de copas y con dos tirillos encima.
Al fin y al cabo, siendo joven, resultón y con dinerito, raro era el que no iba de ese palo.
Volviendo al hilo de lo que contaba, el pasado viernes, cuando me lo encontré en aquel bar de cañas, me gustó verle; hacía tiempo que no coincidíamos. Su chica era una de las camareras del bar, por eso paraba por allí a menudo. Lo encontré normal, tranquilo, con diez años más encima que sólo se apreciaban en que ahora está calvo. Charlamos de nimiedades, qué tal te va y cómo está la familia, poco más.
Lo justo para ver que el tiempo pasa para todos y que cada uno evoluciona en una dirección.
Mis amigos y yo salimos de aquel garito (por cierto, no pienso volver nunca; sólo tienen Cruzcampo y Heineken, ni una triste Mahou...), y nos fuimos a cenar a la mejillonera. De ahí, lo suyo era una copa, y no sé a quién se le ocurrió ir al 38. Era una hora extraña, normalmente se va a partir de las cuatro de la madrugada, pero ese viernes parece que primaba el rollo copa tranquila escuchando buena música. Entre copa y copa nos dieron las dos de la mañana; nos fuimos al Jimmy sorteando el vendaval y las tejas que se caían de los tejados. Ya se sabe que poco nos hace falta para animarnos. En el Jimmy Laura y Iosu se retiraron, y el resto fuimos a tomar la última al Uni.
Allí el ambiente ya estaba un poco más alterado, y nosotros más cargados con unas cuantas copas encima. Y allí, me volví a encontrar con este chico, pero su estado era completamente diferente al de nas horas antes.
Vale, reconozco que yo también estaba algo más contentilla, pero desde luego no me pondría nunca tan plasta como él se puso con Marcos y conmigo.
El típico borracho pesado que te pasa el brazo por el cuello y te molesta, que te habla tan cerca de la cara que te dan ganas de darle un bofetón...
¿Dónde quiero ir a parar? Pues que este chico en cuestión sigue en el mismo punto en que yo le conocí. Obvia decir el estado de sobreexcitación que tenía encima, que no estaba causado precisamente por el alcohol. Y me dio lástima porque creo que cada edad tiene sus cosas, y vivir a los 37 como a los 24 es síntoma de que no has avanzado, que te has quedado estancado en un momento de tu vida que jamás volverá, metido en un círculo que te hace ver que todo sigue igual, pero los que estamos fuera nos damos cuenta de que la vida ha seguido pasando, y tú no has sido capaz de pasar con ella.
Es una pena. No se debe vivir con un eterno complejo de Peter Pan.

Cambiando de tema, y viendo la expectación creada al respecto, os diré que el viernes en Pronovias me fue fantástico. Me probé dos vestidos que me encantaron, pero ambos de estilos muy diferentes. Mi madre está empeñada que vayamos a Rosa Clará, pero yo no tengo muchas ganas. En fin, ya se verá...

viernes, 16 de enero de 2009

Segundo intento (editado)

Esta tarde lo intento por segunda vez; voy a probarme el vestido de Pepe Botella que os enseñé en otro post que no lo tenían en la tienda y ya me lo han traído. Lo cierto es que no estoy segura de que me quede bien porque no ando yo muy "tía buena" que se diga últimamente. El lunes empecé a "comer poco y bien" y los resultados aún son inapreciables.

Pero seguro que será divertido, porque, además, esta tarde vienen dos amigas conmigo. Están súper emocionadas las tías, me hacen mucha gracia. Tengo especial ilusión en que venga San, ya que mañana se vuelve a Madrid y con el curro no lo tiene tan fácil para venir a Palen cuando le apetece.

He pensado que, después de la prueba, voy a llevarlas a la Ciudad del Golf para que conozcan el sitio en el que me voy a casar. La pena es que no sé si podremos salir a las terrazas, ya que con este frío...Pero bueno, se intentará. Así aprovecho y les pido los menús del 2009, aunque no sé, porque Marcos, que tiene "negocios" con el dueño del complejo, estuvo el otro día con él, y le comentó que nos iba a dar los menús que tiene previstos para 2010, que son algo más especiales.

Lo cierto es que la idea que yo tengo de menú es de un menú estrecho y no muy largo. Me explico. Ya he comentado alguna vez que después de la ceremonia vamos a hacer un aperitivo en la terraza; pues bien, a mí me gustaría que ese aperitivo fuera largo, porque es el momento en que todos los invitados andan mezclados tomándose algo, y es cuando más se relaciona la gente. En el aperitivo pondremos lo típico: un señor cortando jamón, pinchitos varios que vayan sacando los camameros y vinos, cañas, refescos, etc. Los pinchos aún no los hemos elegido, pero hay algunos que tienen una pinta estupenda: saquitos de pasta brik con morcilla y cebollino, dátiles con envoltura de ibérico, tacos de bacalao con marinado de tomate fresco y pimentón de la Vera...
Claro, con un aperitivo tan largo lo que no se debe hacer es sentar a los invitados a cenar y meterles otros cinco platos. Yo había pensado algo así como una ensalada de bogavante o langosta, o quizá algo de marisco a la plancha, y luego un pescado o carne. O ambas cosas si hay alguien que así lo quiere, desde luego.
Y el postre que, al igual que Moon, será directamente servido, nada de cotar la tarta con la katana de Hattori Hanzo porque me veo como Beatrix Haddo en Killo Bill. Y no es plan.


Otra cosa que ya tengo cerrada es el tema de las alpargatas. Me hacía ilusión que mis invitadas tuvieran un regalo de la novia, a parte de lo de la madrina; pensé que sería buena idea regalar una alpargatas a las chicas para que, una vez finalizada la cena, se pudieran quitar los tacones y estar más cómodas en el baile. Lo estuve mirando en las ferias de novios a las que fui pero me daban unos precios abusivos: 6€ cada par. Así que hablé con mi amiga Ana, que vive en Palma, para que me buscara por allí algún fabricante que me las vendiera más baratas. Y ayer me llamó que había hablado con uno que me las dejaba a 2.50€ el par, más 10€ por gastos de envío. Y estoy muy contenta, porque me van a salir muy baratillas (en total no creo que me gaste más de 170,00€), y me voy a poder permitir este pequeño capricho que tenía. Además, me hace especial ilusión porque será un regalito que repartirán mis amigas con mi madre a todas las invitadas, y es una manera de hacerlas un poco más partícipes ese día.
Y poco más.
Feliz fin de semana.

EDITO para contaros que la prueba del viernes fue otro absoluto desastre. Fue en la misma tienda que estuve viendo vestidos la otra vez. El caso es que me dijeron que, como ese modelo de Pepe Botella no lo tenían, me lo pedían a fábrica para que se lo enviaran y así poder probármelo. Yo iba con mucha ganas porque el vestido me gustaba; cuando llegué a la tienda y pasé a probadores fue una desilusión detrás de otra.
En primer lugar, el vestido que me estaba probando estaba echo polvo, con la falda llena de enganchones y el drapeado del cuerpo con todos los hilos sueltos.
Lo peor vino cuando la chica me pone el vestido y veo que se queda detrás de mí, sujetándomelo.
_¿Las digo a tus amigas que pasen?_me pregunta.
_Vale, pero primero abróchame el vestido, porque así no se ve la espalda, ni como sienta..._la respondo.
_Ummm, es que no te abrocha_
_A ver, espera un momento; se supone que este vestido, que no tenías en la tienda, lo has pedido a fábrica porque yo quería probármelo, no?_la pregunto con una mezcla de incredulidad y sorpresa.
_Sí, claro.
_Entonces, si lo has pedido porque yo quería probármelo, ¿por qué no lo pides de una talla que me abroche, en vez de pedir una 34 (tonta de los cojones???_eso lo pensé, pero no lo dije)?_os juro que en ese momento estaba flipando.
_Es que es el que ha mandado la fábrica_ me responde sin saber muy bien qué decirme.
_Vale, vale_la respondí con desgana_diles a mis amigas y a mi madre que entren, por favor.
Pasaron mis amigas, y sólo con verme la cara no se atrevieron a decir nada. Mi madre, que me conoce como si me hubiera parido, le hizo a la dependienta la misma pregunta que yo, obteniendo la misma respuesta. Mi amiga San le dijo lo mismo que yo, que por qué no habían pedido una talla que pudiera abrocharme.
Total, todas ya decepcionadas, las pregunté qué las parecía el vestido, y, evidentemente, respondieron que no las gustaba. Lo mejor fue cuando la dependienta nos espeta con toda su cara que es que para verlo bien hay que verlo en un vestido de mi talla. Ahí ya nos echamos a reir las cuatro, diciéndole a la chica que no nos tomara el pelo más.
Salimos de la tienda sin llegarnos a creer del todo lo que había pasado. Fue un desastre total.
El viernes voy a Pronovias, a ver qué tal.

En realción al tema de los regalitos, aquí es costumbre que sea la madrina quien los leija, los pague y los reparta. Cuando mi madre fue madrina de mi hermano, se fue con mi cuñada a elegirlos, quería algo que las gustase a las dos.
Sin embargo, mi suegra no es así, y ya me dijo que de regalitos daría lo que ella quisiera, que yo no tenía nada que decir porque no era un tema mío(y en realidad, tiene razón). No me importa porque el detalle que va a dar me encanta; va a regalar unas acuarelas de tamaño cuartilla, con motivos castelanos, como palomares y campos, enmarcados con un paspartú, y envueltos en papel de seda con una espiga atada a un lacito. Ya los he visto porque los hace su hermana, que es pintora, y son preciosos.
Pero, independientemente de su regalo, a mi me hace ilusión dar algo de mi parte; y por eso pensé en las alpargatas.Creo que es un buen detalle para que las chicas no anden fastidiadas con los tacones. Y no hay excusas para no estrenarlas, porque no las voy a dar envueltas, sino que se darán con una goma atándolas, como cuando las compras en las zapaterías. Si las damos envuenltas en celofán y con lacito no se las van a poner. La idea es que mis amigas,mi cuñada y madre vayan pasando por las mesas con unos cestos llenos de alpargatas. Todas serán del mismo color (aún sin definir) y los números estarán comprendidos entre el 37 y el 40; bueno, habrá un par de pares de 41 por si acaso.
Yo también me pondré unas para el baile, así doy ejemplo, jeje.

lunes, 12 de enero de 2009

2009

Feliz año nuevo para todos, en primer lugar; espero que hayáis pasado unos buenos días en compañía de vuestros familiares y amigos. Yo lo he hecho, o al menos, lo he intentado.
Como ocurre casi todos los años, las vacaciones de Navidad terminaron por pasar habiendo sido menos productivas de lo que me hubiera gustado; demasiados compromisos, pocas ganas de hacer nada...

La Nochebuena fue triste, hubo un momento que no podía deja de llorar pensando en lo bien que estaría mi familia en casa de mi hermano; no como yo, con mi familia política, más aburrida que veinte juntos, malcenada y con ganas de que el tiempo pasara rápido. Menos mal que mi suegro me trajo una botella de Bollinger, las penas con champán son menos penas, o, al menos, pasan mejor. No quería irme, quería quedarme tomando el champán con los míos, cenando con los míos.Pero no, este año no tocaron ni pasas, ni misa del gallo ni nada de nada. Al contrario, compartir mesa con un músico soberbio que se cree una deidad sólo porque repara y afina Stradivarius. En fin, habrá que acostumbrarse, es lo que toca a partir de ahora.
La Navidad estuvo estupenda, la comida me supo fantástica y el pasarla con los míos ayudó bastante.

La Nochevieja, también en familia, pero esta vez todos juntos, las dos familias en nuestra casa. Sólo faltó mi cuñada, que tenía turno de noche en el Hospital. Fue muy divertida, compramos bolsas de cotillón y petardos, y casi no nos dio tiempo a cenar por poder tomar las uvas. No salimos, nos quedamos en casa jugándonos los euros al hijoputa. Yo avisé que esa noche haría una excepción, no me gusta jugar con dinero, cuando mi suegro me peló mis cinco euros me retiré del juego y me senté en el sofá a ver la peli del "Expreso de medianoche", peliculón, por cierto; con mi botella de champán me dieron las mil en el sofá.

Los Reyes, estupendos, muy muy generosos. Pena que no haya ningún renacuajo en la familia que le de un poco de vidilla, aunque tampoco nos hace falta, la que liamos nosotros ya es suficiente. En la familia, dos nuevos miembros: Nieves, la novia de mi tío, y Pablo, el amigo especial de mi abuela. Para todos hubo regalos, y éste ha sido unos de esos años en que todos hemos acertado; bueno, conmigo no mucho, pero no vale desilusionar a nadie.

Y la vuelta al trabajo, tal como se esperaba; con una montaña de papeles tapando la mesa y algunos kilos de más, que digo yo si no podríamos hacer jornadas vegetarianas durante navidad coño, que entre canapés, asados y bombones todos los años me echo dos o tres kilos arriba. Así que ahora toca apretarse el cinturón, en el sentido literal de la frase, y también en el figurado.
Sé que tengo tiempo, pero he de quitarme siete kilos de encima como sea. Soy muy perezosa para el deporte y adoro las cañas y la comida, así que lo tengo jodido de narices, no creáis. Encima con este frío no dan ganas ni de salir a echar un paseo, oye. Esta mañana a la hora de venir a la oficina el termómetro de mi coche marcaba -11ºC; a las dos de la tarde, hora de comer, -3ºC, y a las cuatro, hora de volver al curro -1ºC. El viernes cayó una monumental nevada, y las heladas del fin de semana han hecho que tengamos un paisaje de lo más idílico, todo blanco. A ver si me da tiempo a sacar una fotos y os las pongo. No os riáis, el sábado tuve que abrir camino desde mi puerta hasta la verja del porche echando sal del lavavajillas, no es coña.

Y ahora sí que hay que ponerse manos a la obra con el tema boda; hay que buscar florista, fotógrafo, dejar decidida la luna de miel, hacer la ceremonia (lo siento, esto no pienso dejarlo en manos de nadie, es que no me fío), elegir la música que tocará el cuarteto, la que sonará en el baile...Ufff, si se perdiera peso con sólo pensar sería estupendo.

Acepto todo tipo de consejos y sugerencias sobre todo lo expuesto en este post.
Ayyy, da gusto volver a casa.