martes, 14 de septiembre de 2010

Ya es hora...

Sí, lo sé, ya es hora, estaréis pensando...He estado unas semanas de vacaciones, y volví a la oficina el pasado lunes, pero hasta que me he puesto al día con todo...Pues eso, ni una entrada, ni un comentario en vuestros blogs.
¿Las vacaciones? Pues una castaña peregaña, para ser sinceros; en primer lugar porque no he podido irme a ninguno de los destinos que tenía planeados. Pensábamos ir a Palma, pero dado mi estado de gestación, y mi barrigota más que evidente, ninguna compañía me dejaba volar sin autorización de mi médico; y como mi placenta sigue de marginal por la vida, mi médico me dijo que naranjas de la china. El destino alternativo era el Algarve, pero por el mismo motivo de la marginalidad de mi placenta, mi matrona dijo que de eso nada, que tantas horas de coche no, y bla, bla, bla...Total, que convenció a mi chico (pusilánime de los cojones) para que no fuéramos. Así que en casita nos hemos quedado, yo muerta de asco y de una mala leche que no me aguantaba ni yo.
La parte buena es que nos ha dado tiempo a dejar la habitación de Simón completamente pintada, amueblada y rebonita, que no es poco.
Y no, no penséis eso de que, al menos, habré tenido tiempo de descansar, porque de eso nada. En primer lugar, porque las noches han dejado de ser lo que eran para mí hace ya tiempo. No consigo dormir del tirón ni una sola, porque todas las noches tengo que levantarme a hacer pis. Antes lo tenía súper controlado, hacía el camino de la cama al baño sin abrir los ojos, así en cuanto volvía a acostarme me dormía. Pero ahora no, básicamente porque el simple hecho de levantarme de la cama es casi misión imposible; al ser la cama de tatami, y mi barriga del tamaño de un saco de patatas de 50 kilos, él único modo de levantarme es rondando todo lo posible hasta el borde de la cama y, una vez allí, hacer un rápido movimiento e incorporarme, y digo rápido porque si no es así, acabo en el suelo. En fin, toda una odisea. Así que cuando consigo levantarme para hacer pis, al volver a la cama estoy más espabilada que diez, y el volver a dormir una vez despierta en medio de la noche no se me ha dado bien desde que cumplí los 28.
Las siestas tampoco han sido mi fuerte estos días vacacionales, porque todos los días teníamos algún mueble que montar. Os cuento un poco: en la habitación de Simón hay un armario empotrado que teníamos sin montar, pero con dos burros dentro para los trajes de mi chico y la ropa de montaña. Y ese armario ya tenía que quedar libre para poder vestirlo y dejarlo en condiciones, así que una tarde nos fuimos a Leroy Merlin a comprar un par de armarios para montarlos en el garaje. El primer armario no planteó problema alguno, pero el segundo tuvimos que montarlo casi por intuición, y nos llevó más tiempo del esperado.
Otro día nos fuimos a Ikea a comprar unos muebles para el cuarto de Simón, y claro, cuando uno llega a Ikea se acuerda de todos aquellos huecos tristes y vacíos que tiene en casa, en los cuales los mueblo suecos quedarían de muerte. Pues no sólo compramos la cómoda de Simón, su cambiador, sus cortinas y sus lámparas, sino también una mesita auxiliar para el rincón de lectura junto al sillón verde, un mueble-contenedor para ponerlo junto con la mesa del comedor y guardar platos y vajillas varias, lámparas para cubrir los tristes casquillos de algún dormitorio, alfombras, etc...Total, que nos hemos pasado una semana montando muebles, que yo ya hasta me planteo poner en mi currículum "experta en montar muebles de Ikea, y sin que mi sobre ni un triste tubillón".
Montados los muebles varios, a pintar la habitación del piratilla, que maldita la hora en que dejé que mi chico y su primo la encintaran porque, una vez pintada y seca, al retirar la cinta de carrocero me dí cuenta que debían haberse fumado unos porros al encintar, porque ¡madre mía que desastre! Me cogí tal cabreo que prohibí a Marcos volver a coger ningún útil de pintura, que ya me encargaría yo de rematarla, y ese trabajo me llevó tres días, así que imaginad cómo la dejaron los primos de los cojones.
Y así, a lo tonto y a lo bobo, se me han pasado los días de vacaciones, currando sin parar.
Pero bueno, no nos quejaremos mucho, que tampoco hay que pasarse.
Y ahora, de vuelta a la oficina, me veo en la tesitura de buscar a alguien que me sustituya cuando esté de baja por maternidad, y no sé por dónde empezar a buscar. Me preguntaba Elly en Facebook que por qué no se encargaba la empresa de hacerlo, y la respuesta es muy sencilla: yo soy el departamento administrativo (joder, qué pretencioso suena, no??), yo soy quien ha puesto esta oficina en marcha, así que mi jefe, con buen criterio me parece a mí, ha dejado en mis manos el hecho de buscar una persona y enseñarla como yo quiero que haga las cosas. Evidentemente él también tendrá que darle el visto bueno, pero básicamente es cosa mía. Y os juro que no sé por dónde empezar a buscar. L@s recomendad@s de los amigos no me molan porque luego si salen rana todos son compromisos y malos rollos; estoy intentando contactar con los institutos de formación profesional, a ver si me puede decir de algún alumno/a que haya terminado ya el módulo de administrativo y le pudiera interesar, pero como aún no ha empezado el curso, pues los centros están barridos. Y yo necesito encontrar a alguien cuanto antes porque de aquí a un mes yo tengo que coger la baja porque ya estaré en la semana 37 y en cualquier momento Simón puede decir que ya es hora de venir a este mundo. Y estoy agobiada de pelotas, así que si alguien que haya tenido que hacer procesos de selección tiene a bien darme algunas orientaciones, se lo agradeceré de corazón.
Pues eso, que admito toda clase de ayuda en este asunto.