Después de comer bajamos a la playa; olvidamos que estábamos en el Cantábrico, coño qué fría el agua. Mi chico, que es un valiente, fue el único que se bañó. Yo le esperaba en la arena para darle una paliza a las palas. Y no se nos dio mal, nos costaba perder bolas.
Entre unas cosas y otras se nos hizo la hora de ducharnos, cuando estábamos en el hotel cambiándonos empezó a diluviar, con tormenta de relámpagos y truenos incluida, lo que limitó bastante nuestros planes, así que únicamente buscamos un sitio para cenar, tomar una copa tranquilos y marcharnos a dormir, pues el sábado teníamos planeado hacer el descenso.
El sábado amaneció de nuevo nublado, aunque el sol hacía sus esfuerzos por dejarse ver de vez en cuando. Creo que elegimos el peor
día para hacer el descenso; el río estaba petao de canoas, los remos "mordían", apenas podías dar unas brazadas sin chocarte con nadie; además, la gente estaba muy apijotada, se quedaba parada y cruzada en medio del río, complicando el paso a los demás, entraban todos a la vez en los rápidos...Claro, así hubo los porrazos que hubo. Nosotros este año lo hicimos bien, no volcamos ninguna vez, no pedimos ningunas gafas de sol, no nos achicharamos los pies...Este año no me ha gustado tanto, demasiada gente en el río. Eso sí, hemos batido récord: hemos hecho los 14 kilómetros del descenso en tres horas. No puedo poneros fotos porque al río no llevamos la cámara.Terminado el descenso nos fuimos al hotel a descansar un poco, haciendo tiempo para salir a tomar unas cañas. Ese sábado nos cogimos un buen pedo, después de la cena tomamos unas copas, y entre la sidra, el vino y las copas...Mi amiga Sandra y yo nos quedamos en la puerta del hotel terminando la copilla y fumando un canuto, los chicos se fueron a dormir, y ahí nos quedamos las dos hasta las tantas contándonos las penas.
Sandra el domingo tenía una resaca monumental, amén del estómago dado la vuelta. Nos fuimos a pasar el día a Gijón; gran error, no nos habíamos enterado que había una exhibición de aviones, y los accesos a la ciudad estaban colapsados, y la ciudad llena de gente y coches. Tardamos más de una hora en aparcar, y se nos hizo la hora de comer, así que dejamos el asunto playa para por la tarde. La playa de San Lorenzo de Gijón está genial porque es súper larga, y mientras en una zona de la playa hay bandera roja y no te puedes bañar, en otra de las zonas hay bandera verde. Nos bañamos, saltamos las olas, pero no estuvimos demasiado tiempo porque el mar tenía muchísima resaca (como mi amiga Sandra,jaja)y te llevaba hacia adentro enseguida. Otra de palas, me estoy haciendo experta en palas de playa, con eso de que doy clases de páddel...Salimos de Gijón sobre las siete, y cuando llegamos a Ribadesella me dijo mi chico que por qué no nos bajábamos los dos
solos a fumar un porrillo a la playa.Y allí que nos fuimos, charlando sobre lo increíble que es Asturias, en ese momento estábamos entre el mar y las montañas, al atardecer, un paisaje increíble...Marcos se para, se pone de rodillas...Y ME PIDE MATRIMONIO!!!
A mí me dio un ataque de risa, le pedí que, por favor se levantara...Cuando conseguí dejar de reirme le dije que sí, por supuesto, y puso esto en mi dedo. Aún estoy flipando, el anillo es precioso.

Así que si todo va bien, de aquí a un año nos casamos; estamos con el rollo de los paples, que nos están volviendo locos entre uno y otros. De momento es lo único que nos urge: tener fecha en el Ayuntamiento y en el restaurante, lo demás ya irá llegando.Näis cielo, me temo que tendrás que echarme más de una mano.
Y eso es todo, que me caso.Desde el domingo tengo esta cara de pánfila que no se me quita, no puedo dejar de mirar mi anillo, me siento un poco Golum.
Por cierto, me he cortado el pelo.







