Soñar es gratis, ¿no?

A las puertas del fin de semana y con pocos planes por delante puedo asegurar que ésta ha sido la semana menos productiva de mi vida. Así,como os lo cuento. Mi jefe se marchó a Huelva el lunes, y me dejó sola en la ofi, y en el edificio, puesto que, salvo la peluquera del primero y la gente que vive aquí, toda la gente de oficinas está de vacaciones. Vamos, que hasta las chicas del bar donde bajo a tomar café han echado el cierre hasta finales de mes; que no digo yo que se queden sin vacaciones, Dios me libre, pero podrían escalonar más la ausencias, dado que con tanto vacacional fuera de la ciudad da hasta miedito meterse en el edifico; ni una triste alma a quien dar los buenos días, jolín.

Con tanto tiempo para pensar, más de nueve horas al día, concretamente, pues a una le da por pensar en muchas cosas, unas más útiles que otras, aunque casi la mayoría estúpidas e ilógicas; oye, es lo que tiene el estar aburrido y sin nada que hacer. Y así, divagando, hice una lista de las personas a quien les daría un buen bofetón; pero luego lo volví a pensar ("jopé Nur, cómo vas a publicar eso en el blog, no seas violenta coño, que no es tu estilo") ,no me pareció adecuado; y en estas estaba yo, imaginando mi mano cruzándole la cara a la cerda de protocolo del Ayuntamiento de esta miera de ciudad, cuando escuché en la radio el anuncio del super-mega-extraordinario premio del sorteo de la ONCE de este mes, y recordé que atesoraba un boleto en mi cartera, cortesía de mi señora madre. Y ahí mi imaginación empezó a volar cual liviano colibrí...Qué haría yo si me tocasen veinte millones de eurazos????Ahí va:

Lo primero que haría, sería repartir: cinco millones de euros para mi familia, y cinco para la familia de Mi Cari, y que ellos se lo repartan como crean oportuno.

Lo segundo, me iría al concesionario Mini mas cercano y me compraría un Clubman para mí solita, un Mini Cooper S Clubman de 175 cv gasolina...Ayyy, cómo iba a flipar...Ya me imagino, derritiendo el asfalto con mi bólido. Y no es que mi Clio esté mal, que para nada, pero siempre quise tener un Mini, desde que se le ví al tio de mi amiga Zaida, tenía uno de los antiguos en color verde oscuro. Oye, qué le voy a hacer, siempre me han gustado los coches pequeños. Además, lo bueno de todo es que en mi ciudad no se ven muchos Minis, no es como si vas a Palma de Mallorca, que parece que los regalen, todas las niñas pijas tienen uno. Aquí en Palencia no, de hecho, sólo he visto un Mini Clubman desde que salió al mercado.

Lo siguiente que haría con mis miles de millones, sería cumplir el sueño de mi hermano. Mi único hermano, Iván, siempre ha sido muy aficionado a las motos, lo mismo le da motos de cross, que de trial que de carretera; en sus treinta años ha tenido, por lo menos, 6 motos diferentes entre unas y otras.



De hecho tanto le gustan las motos que es el presidente del Motoclub palentino, y esta todo el día organizando competiciones y movidas. A lo que voy; hace varios años, me dijo que su sueño sería tener una casita en el campo, cerca de un río, y con un circuito de motocross para el solo rodeando la casita. Pues buscaría el río, la casita, construiría un circuito, le metería tres KTM en el garaje y se la regalaría.
El de la camiseta naranja es mi hermano, charlando con el líder de Q1, Ricardo Escudero.


La cuarta cosa sería llevar a mi madre a un viaje por Edimburgo. No sé por qué, pero siempre ha querido viajar a este lugar. Dice que es porque allí siempre hace fresquito, no como aquí, que en verano las pasa canutas. No le compraría una casa porque eso lo podría hacer ella con su parte de los cinco millones de euros, ya que para el tema de las viviendas mi madre es muy rarita, así que cualquiera se arriesga.


Lo quinto sería para mi abuela Eulalia; ella siempre ha tenido la ilusión de pasar una Nochevieja en Tenerife, en un hotelazo con cena y baile. Nunca lo ha hecho porque lo que ella quiere es que vayamos todos, y en los últimos años no se han dado las condiciones económicas más favorables. Así que todos a Tenerife, las chicas con trajes largos y bonitos y los chicos con traje.


Lo sexto y más importante, para mi chico. Marcos siempre ha sido amante de los relojes, de los buenos relojes,pero se ha tenido que conformar con comprarse revistas especializadas y verlos en los escaparates de las grandes relojerías de ciudades importantes. Como aún no me ha tocado el mega-super-acojonante premio del cupón, pues de regalo de compromiso le voy a comprar un Maurice Lacroix, que es todo lo que me puedo permitir, y aún así, no sé cómo voy a pagarlo. Pero como de lo que se trata es de soñar un poco, con todos esos eurazos le compraría ésto:






Es un Lange&Sohne mod. 410.025, y mi chico lleva soñando con él toda su vida. La tontería vale unos 120.000,00 euros, de ahí que sólo sea pensable con un golpe de suerte como éste que sueño. Es de platino con pulsera de piel de cocodrilo. Es una preciosidad, le vimos en una tienda en Mexico D.F. y tuvimos que entrar para poder admirarlo de cerca. Algunos pensarán que es una pijada gastarse tantos euros en un reloj, pero este tipo de relojes es como si te compraras una obra de Munch, o de Picasso...Siempre mantienen su valor. Pero no sólo le compraría la pieza, sino que le llevaría a Suiza para que pudiera ver cómo los maestros relojeros elaboran estas joyas únicas. Sabíais que un relojero de este calibre se puede pasar un año entero de su vida montando una pieza como ésta?Pues sí, así es el maravilloso mundo de la alta relojería.


También habría cosas para otras personas. A mi tío Joselete, por ejemplo, le llevaría a ver el tour de Francia entero, subido al coche de algún equipo o patrocinador; a mis amigas les regalaría una joya para que siempre se acordasen de mí; montaría la sidrería, el negocio tras el cual llevamos soñando mi hermano y yo mucho tiempo, pero nunca hemos tenido el dinero suficiente como para embarcarnos en una aventura así. Yo me iría a estudiar a la escuela de cocina de Karlos...No sé, tantos sueños...
Y, por supuesto, quedada de bloguers colegas con Möet Chandon y lo que haga falta, así tendríamos la excusa perfecta para conocernos.